La agricultura es una actividad esencial para la alimentación, la economía y el desarrollo de la humanidad.
Sin embargo, la agricultura se enfrenta a grandes desafíos, como el aumento de la demanda de alimentos, la escasez de recursos naturales, el cambio climático, las plagas y las enfermedades. Para hacer frente a estos desafíos, se requiere de una agricultura más productiva, eficiente y sostenible, que respete el medio ambiente y la salud de las personas.
En este contexto, los bioestimulantes agrícolas se presentan como una alternativa innovadora y prometedora para mejorar el rendimiento y la calidad de los cultivos, mediante la estimulación de los procesos naturales de las plantas. Los bioestimulantes son sustancias o microorganismos que, al aplicarse a las plantas o al suelo, mejoran la eficacia de las plantas en la absorción y asimilación de nutrientes, la tolerancia al estrés biótico o abiótico, o alguna de sus características agronómicas, independientemente del contenido en nutrientes de la sustancia.
Los bioestimulantes no son fertilizantes, ya que no aportan nutrientes directamente a las plantas, sino que las ayudan a aprovechar mejor los nutrientes disponibles en el suelo o en los fertilizantes aplicados. Tampoco son plaguicidas, ya que no tienen acción directa contra las plagas o las enfermedades, sino que aumentan la resistencia de las plantas a estos agentes. Los bioestimulantes son, por tanto, productos complementarios a los fertilizantes y a los plaguicidas, que contribuyen a una agricultura más sostenible, al reducir el uso de estos insumos y al disminuir el impacto ambiental asociado a su uso.
Los bioestimulantes son productos muy diversos, que se pueden clasificar según su origen, su composición, su modo de acción o su efecto en las plantas.
Según su origen, se pueden distinguir los siguientes tipos de bioestimulantes.
– Ácidos húmicos y fúlvicos: son sustancias orgánicas que se forman por la descomposición de la materia orgánica de origen vegetal o animal, y que se encuentran en el suelo, en el compost, en el humus o en depósitos minerales como la leonardita. Estas sustancias mejoran la estructura y la fertilidad del suelo, aumentan la capacidad de intercambio catiónico, favorecen la retención de agua y nutrientes, estimulan la actividad microbiana y la germinación de las semillas, y mejoran el crecimiento y el desarrollo de las plantas.
– Aminoácidos y péptidos: son moléculas orgánicas que se forman por la unión de átomos de carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, y que se obtienen por la hidrólisis química o enzimática de proteínas de origen vegetal o animal. Estas moléculas actúan como precursores de hormonas y enzimas, regulan el metabolismo de las plantas, mejoran la absorción y el transporte de nutrientes, aumentan la resistencia al estrés hídrico, salino, térmico o por metales pesados, y mejoran la floración, el cuajado y la maduración de los frutos.
– Extractos de algas y de plantas: son sustancias orgánicas que se extraen de algas marinas o de plantas terrestres, mediante procesos físicos, químicos o biológicos. Estas sustancias contienen una gran variedad de compuestos, como polisacáridos, fitohormonas, esteroles, vitaminas, minerales, antioxidantes y otros. Estos compuestos estimulan el crecimiento y el desarrollo de las plantas, mejoran la fotosíntesis y la respiración, aumentan la producción y la calidad de los frutos, y aumentan la resistencia al estrés biótico o abiótico.
– Quitosano y otros biopolímeros: son moléculas orgánicas que se forman por la unión de unidades repetitivas, y que se obtienen de la quitina, un biopolímero que se encuentra en el exoesqueleto de los crustáceos y en la pared celular de los hongos, mediante procesos químicos o biológicos. Estas moléculas tienen propiedades antimicrobianas, antifúngicas y elicitoras, es decir, que inducen la activación de los mecanismos de defensa de las plantas contra las plagas y las enfermedades. Además, mejoran la germinación de las semillas, el crecimiento de las raíces, la floración y el cuajado de los frutos, y la tolerancia al estrés salino o por metales pesados.
– Microorganismos: son organismos vivos microscópicos, como bacterias, hongos, levaduras, algas y protozoos, que se aplican al suelo o a las plantas, y que establecen relaciones simbióticas o mutualistas con las plantas. Estos organismos pueden mejorar la disponibilidad y la absorción de nutrientes, especialmente el nitrógeno y el fósforo, producir hormonas y enzimas que estimulan el crecimiento y el desarrollo de las plantas, competir o antagonizar con los patógenos que causan enfermedades, y aumentar la resistencia al estrés abiótico.
Los bioestimulantes son productos que tienen una larga historia de uso en la agricultura, aunque el término bioestimulante no se acuñó hasta la década de los noventa. El uso de sustancias orgánicas como abonos verdes, compost, estiércol o extractos de plantas se remonta a la antigüedad, y se ha mantenido a lo largo de los siglos en diferentes culturas y regiones. Sin embargo, el interés científico y comercial por los bioestimulantes se ha incrementado en las últimas décadas, debido a la necesidad de encontrar soluciones más sostenibles y eficaces para la agricultura moderna.
En México, el uso de los bioestimulantes se ha incrementado en los últimos años, debido al interés de los productores por mejorar la competitividad y la rentabilidad de sus cultivos, y por satisfacer la demanda de los consumidores por productos más sanos y naturales. Los bioestimulantes se utilizan principalmente en cultivos hortícolas, frutales, ornamentales y de exportación, y se aplican tanto en sistemas de producción convencionales como orgánicos.
Sin embargo, el mercado de los bioestimulantes en México también enfrenta algunos desafíos, como la falta de una definición y una regulación armonizada a nivel internacional, la variabilidad en la composición y la calidad de los productos, la dificultad para evaluar y demostrar su eficacia y su rentabilidad, y la necesidad de adaptar su uso a las condiciones específicas de cada cultivo y cada sistema de producción.
Para superar estos desafíos y potenciar el desarrollo del mercado de los bioestimulantes en México, se requiere de una mayor inversión en investigación y desarrollo, una mayor colaboración entre los sectores público y privado, una mayor capacitación y asesoría técnica a los productores, una mayor difusión y promoción de los beneficios de estos productos, una mayor fiscalización y control de la calidad de los mismos, y una mayor integración y armonización con los estándares internacionales.
Una de las empresas que está a la vanguardia e innovación de la nutrición vegetal y los bioestimulantes en México es Hortitec, una empresa que ofrece productos de calidad, asesoría técnica, capacitación y soluciones a la medida de las necesidades de los productores. Hortitec cuenta con una amplia gama de bioestimulantes de origen natural, que mejoran el crecimiento y el rendimiento de los cultivos, y que son compatibles con la agricultura orgánica y sostenible. Hortitec es pionera en el uso de bioestimulantes en México, y tiene una gran experiencia y reconocimiento en el mercado nacional e internacional. Si quieres saber más sobre los bioestimulantes y cómo aplicarlos en tus cultivos, te invitamos a visitar la página web de Hortitec, tu aliado en la nutrición vegetal.